AUTOR: MARÍA CASAS
HORMONAS CONTAMINADAS
La contaminación es actualmente un problema de salud pública, y eso no es algo nuevo. Todos sabemos que a día de hoy nos encontramos expuestos a unos niveles alarmantes de contaminación, pero pocos somos realmente conscientes del verdadero efecto que tienen sobre la salud.
En este artículo no vamos a hablar del impacto que tiene la contaminación sobre el medio ambiente porque es un tema aparte y verdaderamente es para echarnos las manos a la cabeza, ya que el panorama es bastante lamentable. Mi intención es concienciar de la importancia que tiene la contaminación sobre nosotros, mostrando el impacto que tiene la contaminación sobre la salud y sorprendentemente, sobre nuestro balance hormonal.
Tiempo atrás, un epidemiólogo apellidado Wyle definió la salud como un perfecto y continuo ajuste del hombre con su medio ambiente siendo la enfermedad lo contrario (un continuo y perfecto desajuste entre el hombre y su medio ambiente). Posteriormente, otro epidemiólogo llamado Lalone puntualizó que:
“La salud humana es algo complejo y depende de un compendio de factores entre los cuales encontramos: biología humana, medio ambiente, estilos de vida y asistencia sanitaria del país”.
Como consecuencia de la explosión demográfica y el desarrollo tecnológico que han traído consigo un aumento de población y demandas, se han generado numerosos problemas medioambientales. Gastamos mucho para producir y en el proceso de producción, generamos muchísima contaminación que no se gestiona adecuadamente. Además se generan muchísimos residuos que tienen un impacto medioambiental grandísimo. Pero esto ya lo sabéis. Lo que quizás no sepáis tanto, es que muchos productos que generamos como pesticidas, productos de droguería que han sido diseñados para aumentar la producción y facilitarnos la vida también tienen un impacto importante sobre el medio ambiente y sobre nuestra salud.
Para que os hagáis una idea de la gravedad del asunto, a nivel mundial, el 20% de las enfermedades se dan como consecuencia de la contaminación del medio ambiente siendo los niños y las personas de edad avanzada los grupos de población más vulnerables a padecerlas.
¿QUÉ ES REALMENTE LA CONTAMINACIÓN?
Poniéndonos el ejemplo más claro y cercano como es la contaminación atmosférica, se trata de cualquier alteración tanto cualitativa como cuantitativa de la composición de los gases que se encuentran de forma fija en la atmósfera (N2 y O2 mayoritarios y Ar Ne, He, Ch, Kr y H2 minoritarios).
Hay otros gases, como el vapor de agua, CO2, CO…que se encuentran en cantidades variables y a veces no tienen por qué estar. La presencia de cualquier sustancia diferente a las descritas anteriormente así como el aumento o disminución anormal de estos gases será definido como contaminante.
Esto mismo, podríamos aplicarlo a nivel de la hidrosfera y geosfera, es decir, el agua o el suelo. Dicha contaminación traerá consigo multitud de fenómenos que van cargándose poco a poco el medio ambiente, veremos desde procesos ampliamente conocidos como el calentamiento global ocasionado por aumento del efecto invernadero (incremento de la temperatura media del planeta como consecuencia del aumento de gases radiactivos en la atmósfera) hasta otros no tantos como la eutrofización (proceso de contaminación de las aguas por acúmulos de materia orgánica).
Como hemos dicho anteriormente, por mucho que pretendamos ignorarlo, la contaminación es algo que está presente en nuestras vidas. Es una constante que supone un factor de riesgo de cara a desarrollar muchas enfermedades, más de las que nos imaginamos.
El 75% de la población se encuentra expuesta a altos niveles de contaminación (INE et al., 2016) produciendo un aumento de la morbilidad, es decir, el número de personas que enferman de cara a la población total.
De hecho, se ha visto una relación directa de la contaminación ambiental y el desarrollo de enfermedad, en tanto que esta produce un aumento en las tasas, tanto de morbilidad como de mortalidad, principalmente en enfermedades cardiorrespiratorias. Es más, la contaminación ambiental es responsable del 3-9% de la mortalidad mundial (INE et al., 2016) produciendo efectos agudos (por accidentes) y crónicos (por respiración del aire constantemente en nuestro día a día).
Existen una serie de valores límites definidos de exposición en los que en la población no se produce la enfermedad. No obstante, estos valores son bastante variables ya que esto cambia en función del sistema inmune de cada persona.
EFECTOS SOBRE LA SALUD
La presencia de contaminantes genera un aumento del riesgo de padecer enfermedades de todo tipo, desde alteraciones cardiorrespiratorias como consecuencia de contaminantes atmosféricos inhalados hasta el desarrollo de distintos tipos de cáncer por mutaciones generadas en el DNA de nuestras células.
En este punto no seré demasiado insistente así que me remitiré a estudios epidemiológicos en los que se demostró una relación causal entre la exposición ambiental y el desarrollo de la enfermedad. Hablaremos así de efectos directos producidos por la contaminación:
● Aumenta el riesgo de padecer enfermedad cardiorrespiratoria (Brook et al., 2010; Molina et al., 1996 & Oyarzún et al., 2010) por la inhalación de partículas en suspensión que generan daños y alteraciones sobre los epitelios y mucosas.
● Incremento en la incidencia de asma, siendo la contaminación muchas veces el factor desencadenante de la misma (Brauer et al., 2007 & Jerrett et al., 2008).
● Desarrollo del cáncer. Se ha visto que la contaminación ambiental constituye la segunda causa después del tabaco desencadenante de varios tipos de cáncer, entre ellos el más prevalente es el cáncer de pulmón (Pope et al., 2002 & Raaschou-Nielsen et al., 2013).
Como efecto indirecto de la contaminación, veremos que al producirse un aumento de la temperatura global del planeta se producirán una serie de cambios que pueden aumentar la incidencia de enfermedades como:
● Aumento de enfermedades transmitidas por vectores, ya que al aumentar la temperatura habrá un ambiente más propicio para la vida de estos insectos. Si os dais cuenta, muchos de los vectores que transmiten enfermedades como Aedes aegypti (vector transmisor de la fiebre amarilla) o Anopheles (vector transmisor de la malaria) son propios de países con altas temperaturas. Esto generaría nuevas enfermedades endémicas en nuestro país.
● Disminución del agua disponible que esto trae consigo un incremento de las sequías. El agua constituye un recurso extremadamente valioso, sobre todo hablando en términos de producción de alimentos, ya que si esta se ve disminuida habrá menos cosechas y como consecuencia menor producción de alimentos. Esto hará que los alimentos disponibles estén a precios más altos y más inaccesibles para muchas personas. Al final estaremos hablando de un aumento de hambrunas y alteraciones en el estado nutricional.
● Por otro lado, volviendo al tema del agua, también veremos que es el principal medio a partir del cual nos lavamos y mantenemos nuestra higiene personal. Esto puede parecer absurdo pero el lavado de manos constituye una de las principales medidas para evitar la transmisión de enfermedades infecciosas (You et al., 2005). Por tanto, no será de extrañar que se den más brotes de enfermedades no sólo por la falta de higiene, sino por una mayor susceptibilidad añadida por parte del sujeto al no estar alimentado adecuadamente.
Lo más triste, es que podría seguir así durante mucho más tiempo…
EFECTOS SOBRE EL BALANCE HORMONAL
Muchas de las sustancias químicas que se encuentran contaminando el medio ambiente (no sólo residuos sino que también productos que utilizamos en nuestro día a día) pueden actuar como obesógenos, sustancias que pueden propiciar el desarrollo de enfermedades como síndrome metabólico y obesidad (Janesick et al., 2012).
Estos obesógenos son disruptores endocrinos, es decir, sustancias que actúan sobre receptores hormonales alterando así procesos de interacción de la hormona con el receptor, su síntesis o la eliminación de la misma, ocasionando así una alteración en el balance hormonal y, por tanto, en la homeostasis del organismo (Casals-Casas et al., 2011). Esto se debe como consecuencia de la analogía estructural que tienen estas sustancias con las hormonas, de tal modo que se pueden dar fenómenos de competición en el organismo.
Se ha visto que, estos obesógenos podrían inducir procesos de adipogénesis y obesidad (Inadera et al., 2005). Esto no quiere decir que la contaminación produzca individuos obesos o una ganancia de peso inmediato, pero sí que puede generar una propensión que puede ser desencadenada por malos hábitos nutricionales y sedentarismo. Además, un desbalance hormonal puede generar alteraciones en sistemas implicados en el control del hambre, que pueden agravar aún más la situación ya que hablamos de implicaciones a nivel nervioso.
Dichos efectos se ha podido comprobar en estudios de experimentación in vitro e in vivo. De hecho, en estudios epigenéticos dirigidos a entender mejor la obesidad se vio que los sujetos con alta exposición a la contaminación atmosférica presentaban genes en los que los niveles de metilación y acetilación del material genético se encontraban alterados.
Por supuesto, el tema de la contaminación tendrá influencia en nuestra nutrición ya que si os dais cuenta, los alimentos y materias primas que nosotros consumimos se cultivan y crían en el medio ambiente.
Resulta lógico pensar que si el medio donde se producen los alimentos está contaminado, también lo estarán los alimentos que nosotros consumimos.
Hablaremos de presencia de contaminantes o xenobióticos que también pueden interferir en mecanismos de señalización neuroendocrina produciendo los mismos efectos que los contaminantes de los que hemos hablado anteriormente.
El sistema hormonal donde veremos mayor impacto será el esteroideo, con andrógenos, estrógenos y progestágenos. Veremos así alteraciones en la síntesis y el metabolismo de estas hormonas, manifestándose en forma de concentraciones anormales de las mismas (ya sean bajas o altas). Poniendo un ejemplo rápido, la presencia de fitoestrógenos (flavonas, isoflavonas, lignanos…) y micoestrógenos (zeranol) favorecen un aumento anormal en las concentraciones estrogénicas de los hombres, favoreciendo la aparición de glándula mamaria.
Los efectos que pueden tener sobre nuestro organismo son muy diferente atendiendo a las distintas variables:
● Edad de exposición. La etapa más susceptible a sufrir alteraciones será el periodo de desarrollo embrionario. Esto implica que puede haber un efecto transgeneracional y epigenético, es decir, la alteración se puede transmitir genéticamente. Es por esto por lo que un adecuado control de la exposición y de la nutrición durante el embarazo será crucial para proteger al bebé de desarrollar enfermedades como síndrome metabólico y obesidad (Gluckman et al., 2008).
● El tiempo de latencia del disruptor. El tiempo de latencia es el periodo que comprende desde el momento en el que el individuo se expone al contaminante o xenobiótico hasta que se manifiesta el proceso patológico. Las consecuencias de la exposición no tienen por qué darse de forma inmediata, de hecho las exposiciones en etapas de desarrollo pueden tener importantes repercusiones en la edad adulta o incluso en la senectud.
● Contaminación múltiple. Se observan procesos aditivos o sinérgicos debido a la exposición de dos o más contaminantes, .lo que quiere decir que los efectos negativos serán más graves con la exposición simultánea de los contaminantes con respecto a la exposición de cada uno de ellos de forma aislada.
● Dosis-respuesta variable. Existen contaminantes que producen el efecto a bajas dosis, otros a dosis más altas y otros que sólo producen efectos a bajas dosis.
● Diversidad y gran complejidad de los mecanismos de acción. Muchos de ellos constituyen actualmente un verdadero enigma y están en vías de estudio. Los más comunes son la simulación o el bloqueo de receptores intracelulares de hormonas esteroideas, provocando aberraciones en procesos de transcripción génica, lo cual altera la respuesta generada por dichas hormonas.
Todos estos descubrimientos podrían dar respuesta a muchas preguntas planteadas como el por qué individuos que ingieren la misma cantidad de alimentos responden de diferente manera y cómo habiendo un exceso energético en ambos individuos, uno gana mucho más peso que otro.
Se ha comprobado que, los niños que nacen de madres que fumaban durante el embarazo muestran un menor peso al nacer y tienen mayor tendencia a aumentar peso.
El modelo de Developmental Origins of Health and Disease afirma que si se actúa sobre los factores ambientales (dieta y exposición a contaminación ambiental) durante etapas tempranas de la vida, se podría conseguir estas diferencias genéticas positivas así como proteger de padecer enfermedades crónicas.
Se podría resumir con que efectivamente estos contaminantes ejercen un impacto sobre la propensión (Latini et al., 2010 & Tang-Peronard et al., 2011) de los individuos a la ganancia de peso y desarrollo de enfermedades asociadas, pero esto resulta reversible si se ejercen cambios en edades prematuras y prevención de la exposición durante la gestación.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
Aquí viene la buena noticia y es que la solución está al alcance de cada uno de nosotros. Es cierto que no podemos forzar a que todo el mundo haga las cosas correctamente, pero sí podemos aportar cada uno nuestra parte para así poder generar así un cambio significativo.
Con respecto al tema de la reducción de la contaminación aquí van unos pocos consejos que podemos ir aplicando, no sólo por nosotros sino también para que las siguientes generaciones no se encuentren con un planeta basura.
● Mejorar el sistema de gestión de residuos sólidos urbanos. Esto quiere decir que los residuos que generamos en nuestras casas, los gestionemos de forma adecuada mediante procesos de reciclaje.
● Reducir el consumo en general, tanto eléctrico como de transporte. No os voy a dar la charla de la emisión de contaminantes que genera cada vehículo porque ya lo sabéis bien. En resumidas cuentas, no derrochéis y usad más el transporte público.
● Optar por fuentes de combustible y energía renovables.
De cara a reducir la exposición y poder prevenir la enfermedad también tenemos muchas alternativas para poder protegernos y mejorar nuestra calidad de vida.
● En primer lugar, una buena estrategia sería vivir lejos de las fuentes de contaminación como son las grandes ciudades. No hace falta irnos a vivir a la montaña alejados de todo rastro de civilización, pero es impresionante como alejándonos un poco de la ciudad se reducen exponencialmente los niveles de contaminación.
● Por otro lado, lavar frutas y verduras para quitar los contaminantes que presentan debido a abonos, pesticidas, plaguicidas…que suelen contener.
● Reducir el uso de productos químicos que hemos comprobado que pueden también actuar como disruptores endocrinos. Volvemos a lo mismo, todo en su justa medida.
● Presentar un riguroso control y seguimiento obstétrico además de una mayor reducción de la exposición en mujeres embarazadas. Si estáis embarazadas chicas, cuidaros y seguid pautas saludables. Vuestro cuerpo y vuestros hijos os lo agradecerán.
Si lo que nos interesa es mejorar nuestro estado de salud y nuestra forma física, lo que verdaderamente ejerce el efecto detonante son los estilos de vida. Al final es siempre lo mismo; comer bien, practicar ejercicio y descansar puesto que estos tres pilares son el gatillo que hacen que el arma cargada dispare.
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