AUTOR: IVÁN ALONSO
MANTENIENDO LA MOTIVACIÓN AL MÁXIMO
En el blog ya hemos hablado varias veces acerca de la importancia de ciertas variables psicológicas para maximizar el rendimiento de un atleta. Al igual que en este artículo vimos como mantener alta la concentración durante las competiciones resulta un factor crucial para conseguir resultados óptimos, otra de las habilidades mentales cuya potenciación puede marcar la diferencia en una preparación deportiva es la motivación.
BREVE INTRODUCCIÓN A LA MOTIVACIÓN
En general, cuando hablamos de “motivación” hacemos referencia a las fuerzas que actúan sobre un organismo o dentro del mismo para iniciar y dirigir su conducta.
En términos coloquiales, podemos referirnos a la motivación en base a la conducta de una persona. De este modo, diremos que la persona está motivada si elige de forma sistemática una actividad en lugar de otras alternativas, si se dedica a esa actividad con intensidad o si persiste a pesar de que surjan obstáculos o dificultades.
Aunque de manera muy simplista la motivación podría reducirse a esos tres parámetros (elección de una meta, intensidad y persistencia), la realidad es que se trata de un proceso psicológico mucho más complejo, el cual puede ser manejado en función del origen (con diferentes motivos, ya sean motivos básicos, innatos, propios de la especie o motivos sociales, aprendidos), en función de la actividad (pudiendo darse motivación intrínseca a la propia actividad o motivación extrínseca, ajena a la actividad) o en base a diferentes orientaciones motivacionales como ya vimos en este otro artículo Motivación deportiva ¿Contra quién compites?.
A pesar de que no es la intención de esta entrada profundizar mucho más en la definición de la motivación, resulta crucial entender que la motivación no es un estado, sino más bien un proceso en el que vamos a encontrar tres momentos:
1. Establecer una meta a la que se aspira.
2. Elegir el curso de acción que nos conduzca a conseguir dicha meta.
3. Llevar a cabo el plan de acción elegido. La persona persistirá en función de si continúa percibiendo la meta como factible y de si sigue considerando que merece la pena.
¿PROTEGER NUESTRAS METAS?… ¿CONTRA QUÉ?
En primer lugar, vamos a suponer que ya ha sido tomada la decisión respecto a la meta que intentaremos alcanzar. Cuando esto sucede accedemos a un estado volitivo de la mente, es decir, un estado orientado a la realización o a la acción. De este modo, pondremos todo nuestro esfuerzo tanto en lo que estamos haciendo como en lo que hay que hacer para conseguir la meta seleccionada, es decir, tendremos que esforzarnos en proteger esa meta que hemos elegido, en mantenerla.
El motivo por el que mantener esa meta que hemos seleccionado supondrá un esfuerzo es que, a pesar de adquirir un compromiso con nuestra meta, en nuestro día a día vamos a continuar expuestos a nuevos estímulos que van a suscitarnos la intención de cumplir nuevos deseos, nuevas metas… que no siempre van a estar en consonancia con nuestra meta inicial, incluso aunque ya hayamos dado los primeros pasos para alcanzarla.
De este modo, hemos de entender que para conseguir el éxito en una determinada tarea no va a ser suficiente con centrarnos en planificar un curso de acción, sino que mientras destinamos una parte de nuestros recursos a dicho fin, otra parte igual de importante debe ser dedicada al mantenimiento de nuestra meta elegida (en oposición a posibles deseos competidores).
Pero no solo esas otras metas competidoras van a poner en riesgo nuestros objetivos. Las creencias iniciales que nos llevaron a la elección de nuestra meta (como pueden ser la percepción de que se es competente en dicha tarea, que el control del éxito está puesto en uno mismo y no en factores externos…) en interacción con los resultados que estemos obteniendo pueden ser también decisorios, de tal modo que un feedback negativo (es decir datos que nos indiquen que no estamos avanzando hacia nuestra meta) puede alterar esas creencias iniciales reduciendo de este modo nuestra motivación a conseguir la meta actual y aumentando la de otras opciones.
Por último, aunque la meta siguiese despertando nuestra motivación porque suponga un reto (motivación intrínseca) y las creencias iniciales se mantuviesen aún, si la persona percibe de forma muy clara ese feedback negativo de que está fracasando en su propósito y su orientación motivacional es principalmente a la ejecución (superar o, al menos, no estar por debajo de sus pares) es mucho más probable que deje de persistir en la consecución de su meta.
ENTONCES, ¿CÓMO PROTEGEMOS NUESTRAS METAS? ¿CÓMO MANTENEMOS LA MOTIVACIÓN?
Como vimos en el apartado anterior, la meta con la que nos hemos comprometido puede tambalearse. Si queremos mantener al máximo nuestra motivación tenemos que hacer frente a todas estas amenazas.
Para ello contamos con una serie de estrategias a las que el profesor alemán de Psicología diferencial Julius Khul denominó estrategias volitivas. Tal y como propone Khul1, contamos con seis estrategias, de las cuales unas sirven para volver a dar valor a la meta inicial (y, por ende, impedir que otras metas superen en fuerza a la misma), otras, para conseguir una orientación motivacional óptima, y otras, por último, para impedir que perdamos nuestra percepción de competencia.
Si conseguimos hacer un uso correcto de estas estrategias podremos evitar que nuestra motivación decaiga y aseguraremos una mayor eficiencia para lograr nuestros objetivos, así que ¡vamos con ellas!
– ATENCIÓN SELECTIVA: Se trata de que busquemos de forma activa aquella información que apoye nuestra meta inicial, es decir, que volvamos a pensar en aquellos motivos por los que queremos conseguir nuestro objetivo minimizando las posibles amenazas. Por ejemplo, si nuestro objetivo es una competición, podemos pensar en la satisfacción de dar todo de nosotros mismos, la posibilidad de ganar, lo mucho que aprenderemos… y no en la presión que va a suponer o lo mucho que va a costarnos.
– CODIFICACIÓN DE CONTROL: En este caso, consiste en seleccionar aquellos pasos que hemos de dar para conseguir nuestra meta, planificándolos mentalmente. Si continuamos con el ejemplo anterior tendríamos que seleccionar aquellas tareas que nos ayudarán en nuestro objetivo, como entrenar, descansar adecuadamente, realizar estiramientos, controlar nuestra dieta para rendir más o entrar en un peso que nos haga competitivos…
– CONTROL DEL ENTORNO: Para ello trataremos de eliminar de nuestro entorno posibles competidores que puedan amenazar nuestra meta. De este modo, sería óptimo entrenar con aquella personas que sepamos que tiene objetivos similares a los nuestros e intentar evitar hacerlo con personas que puedan distraernos, evitar comprar comida que pueda hacernos fallar en la dieta, etc.
Con estas tres primeras estrategias vamos a conseguir centrarnos en la meta inicial y optimizar los recursos para alcanzarla inhibiendo otras posibles metas que pongan en riesgo nuestro objetivo. Seguimos con las tres últimas.
– CONTROL DE LA EMOCIÓN: Esta estrategia es extremadamente útil, pero al mismo tiempo difícil de poner en práctica. Se trata de enfrentarnos a aquellos estados emocionales que surgen de la propia meta. Estos estados nos proporcionan información del proceso, por lo que resulta imprescindible que aprendamos a servirnos de esa información para utilizarlos al servicio de la propia meta.
Así, lo natural es que una primera lectura de lo que experimentamos emocionalmente sea del tipo “hoy no me apetece entrenar, este entrenamiento es de los más aburridos o cansados, estirar es demasiado aburrido…” y es que, al fin y al cabo, citando a Lazarus2 las emociones son valoraciones de las situaciones y sirven como mecanismo de regulación inmediato. Nuestra tarea va a ser dejar a un lado esa lectura inmediata y rehacerla mediante un proceso de control emocional. Esto no es fácil y requiere tiempo, pero poco a poco podemos ir sustituyendo esas emociones iniciales por pensamientos del tipo “Vale, estirar no me gusta y no me apetece, pero si estiro ahora mañana me encontraré mucho mejor para rendir al máximo en mi entrenamiento que es lo que realmente busco”.
– CONTROL MOTIVACIONAL: Consistiría en mantener nuestra meta anticipando las consecuencias que traerá consigo el hecho de conseguir la meta. De este modo, si nos centramos en el ejemplo de la competición, lo que intentaremos será pensar en escenarios favorables, como puede ser ganar, el reconocimiento que obtendremos por haber competido, la satisfacción de haber culminado todo nuestro esfuerzo; o, por el contrario, si finalmente no competimos (es decir, no logramos nuestra meta) el sentimiento que tendremos de habernos dado por vencidos, de no saber si lo habríamos logrado…
En esta estrategia también puede ser de gran utilidad el establecer recompensas que nos concederemos a nosotros mismos si alcanzamos nuestra meta como parte de esas consecuencias positivas (por ejemplo, si conseguimos seguir la dieta durante todo la semana nos concederemos una comida libre con nuestra pareja o amigos).
– PARSIMONIA EN EL PROCESAMIENTO DE LA INFORMACIÓN: En esta última estrategia lo que haremos será adoptar de forma activa una estrategia fija de toma de decisiones para evitar tener que volver a escoger cada día entre todas las alternativas. Con el siguiente ejemplo lo entenderéis mucho más fácil. Si nos proponemos empezar a estirar los días de descanso y esta tarea no nos apetece demasiado, será mucho más fácil que cumplamos nuestro objetivo estableciendo una hora fija todos los días, de modo que al llegar dicha hora no tenga que tomar decisiones: es la hora de estirar. En cambio, si nos proponemos el mismo objetivo sin una estrategia fija, (simplemente decidimos estirar los días de descanso) es probable que al tratarse de una tarea que no nos gusta realizar, lo vayamos postergando para más tarde hasta que llegue un momento en el que desistamos porque ya no tenemos tiempo para hacerlo.
POR ÚLTIMO…
Si aprovecháis bien estas seis estrategias que os hemos propuesto desde Powerexplosive es mucho más probable que mantengáis cada día la motivación al máximo y consigáis vuestras metas. Sin embargo, hay un último aspecto que me gustaría compartir con vosotros.
A pesar de que por un lado debemos perseverar en las decisiones que tomamos (puesto que sin ese compromiso nunca conseguiríamos nada de los que nos proponemos), por otro lado debemos estar los suficientemente abiertos a revisar dicha meta cuando tenemos la suficiente evidencia de que seguir luchando por ella está siendo contraproducente. Por ejemplo, si nos habíamos propuesto competir y tenemos una lesión que nos impide entrenar no va a servirnos de nada intentar obviar la realidad y forzarnos a continuar los entrenamientos, a riesgo de agravar la situación solo por ser consecuentes con nuestra meta inicial. Hemos de estar al mismo tiempo abiertos a comprender que quizá lo inteligente en este caso sería cambiar el curso de acción, lo cual no tiene por qué suponer que decaiga nuestra motivación. Simplemente pasaríamos a intentar recuperarnos de la forma más óptima posible para poder competir más adelante pudiendo estar al máximo
Referencias
1 Kuhl, J. (1984). Volitional aspects of achievement motivation and learned helplessness: Toward a comprehensive theory of action control. Progress in experimental personality research, 13, 99-171.
2 Lazarus, R. S. (1982). Thoughts on the relations between emotion and cognition. American psychologist, 37(9), 1019.
Kazén, M., & Kuhl, J. (2005). Intention memory and achievement motivation: volitional facilitation and inhibition as a function of affective contents of need-related stimuli. Journal of personality and social psychology, 89(3), 426.
Cavero, M. Á. B. (2012). Influencia relativa de variables metacognitivas y volitivas en el rendimiento académico de estudiantes de Bachillerato (LOE).Revista Española de Orientación y Psicopedagogía, 23(3), 63-80.
Moreno-Murcia, J. A., Zomeño Álvarez, T., Marín de Oliveira, L. M., & Ruiz Pérez, L. M. (2013). Percepción de la utilidad e importancia de la educación física según la motivación generada por el docente: Perception of the usefulness and importance of physical education according to motivation generated by the teacher. Ministerio de Educación.
Holgado, F. P., Navas, L., & López-Núñez, M. (2015). Orientaciones de Meta en el deporte: un modelo causal. European Journal of Education and Psychology, 3(1).