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LOCUS DE CONTROL: ¿CREES EN LA SUERTE O EN TU TRABAJO?

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Ivan alonso

AUTOR: IVÁN ALONSO

LOCUS DE CONTROL: ¿CREES EN LA SUERTE O EN TU TRABAJO?

Es un hecho que la personalidad de un atleta va a determinar su carrera deportiva. Sin embargo, la posibilidad de trabajar sobre aquellos rasgos de personalidad que pueden estar influyendo negativamente en los resultados no siempre se tiene tan en cuenta.

locus-de-control-atletaSi queremos trabajar sobre la personalidad, primero debemos conocer cuáles son los rasgos que más van a influir en nuestro rendimiento deportivo. Por eso, en este artículo hablaremos acerca del llamado “Locus de control” y de cómo las atribuciones que hagamos acerca de nuestros éxitos y fracasos pueden ayudarnos o, por el contrario, dificultar nuestros objetivos.

EN PRIMER LUGAR, ¿QUÉ ES LOCUS DE CONTROL?

Para que podamos comprender a qué hace referencia el constructo “locus de control”, el primer paso es conocer su significado semántico. El vocablo “locus” proviene del latín y significa “sitio”, por lo que la traducción literal podría ser “sitio del control“.

Se trata de un constructo derivado de la teoría del aprendizaje social de Rotter (1954), que fue introducido por el autor a finales de los 50 y que ha recibido mucha atención por parte de las ciencias del comportamiento.

Concretamente, locus de control hace referencia a la predisposición que tiene un individuo a la hora de percibir las causas de los refuerzos.

• Por un lado, se puede estar predispuesto a atribuir un lugar interno, denominado internalidad, que resulta de la percepción de que los refuerzos se deben al propio comportamiento o a las capacidades y aptitudes personales.

• Por otra parte, la externalidad resultaría de la predisposición a adjudicar el origen de los refuerzos a factores externos tales como la suerte, la casualidad, el destino, o cuestiones más concretas, pero sobre las cuales no se tiene control. (Visdomine Lozano y Luciano, 2006).

Posteriormente, diferentes estudios acerca del constructo cuestionaron el valor predictivo de la escala de Rotter, surgiendo de este modo la necesidad de nuevas formulaciones. Es así como en el año 1981, Hanna Levenson postula la multidimensionalidad del constructo Locus de control a partir de la construcción de una escala conocida como la IPC (Internal, Powerful others and Chances) la cual se compone de tres dimensiones, una interna y dos externas.

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Aunque en un principio el constructo fue concebido como una característica estable y unidimensional (Rotter, 1966), investigaciones posteriores han cuestionado la realidad de este continuo, postulando que internalidad y externalidad son características independientes, y no simplemente dos polos alternativos (Oros, 2005; Wallston, 1997).

¿CÓMO AFECTA A MI RENDIMIENTO DEPORTIVO EL LOCUS DE CONTROL?

En el ámbito deportivo, las atribuciones realizadas tanto por los entrenadores como por los deportistas acerca de los éxitos y fracasos resultan sumamente importantes. Dichas atribuciones afectarán a la motivación del deportista, a la planificación de las actuaciones futuras tanto en entrenamientos como en competición, etc.

Bernard Weiner et al. (1986) elaboraron un modelo atribucional para el éxito y el fracaso. En dicho modelo el eje “Locus de control” parece determinar en mayor medida los sentimientos del deportista ante el resultado conseguido, mientras que el eje “Estabilidad” determinaría las expectativas del deportista en su actuación futura.

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SITUACIONES DE ÉXITO

En primer lugar, si el deportista atribuye su éxito a factores que dependen directamente de él, como el esfuerzo o su habilidad, lo más probable es que se sienta satisfecho y consiga una mayor confianza en sí mismo a la hora de afrontar nuevos retos (expectativas positivas de futuro).

Sin embargo, si el deportista atribuye el éxito a causas externas a él, por ejemplo, al haberse visto favorecido por los árbitros, la suerte o los fallos del contrario, lo más probable es que la confianza en sí mismo sea inferior y que no sienta la misma satisfacción que en el caso anterior.

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Cantón y Checa (2012) encontraron que en las competiciones exitosas, en línea con lo que propone el modelo atribucional de Weiner, realizar una atribución externa, ya sea estable o inestable se relaciona con una menor experimentación de emociones positivas.

En cambio, si el éxito es atribuido a factores internos y estables, como la habilidad, el dominio técnico, etc. los deportistas se sentirán satisfechos y seguirán con expectativas positivas ante futuras actuaciones. Por su parte, si además de internos, se atribuye a factores inestables como son el esfuerzo, la concentración o el entrenamiento se alcanzarán niveles óptimos de expectativas futuras, emociones mucho más positivas y mayor motivación para afrontar nuevas situaciones.

SITUACIONES DE FRACASO

Como señalan Cantón y Checa (2012), ante el fracaso los deportistas experimentan emociones agradables más intensas cuando la atribución realizada es referida a factores externos y estables en el tiempo. Los deportistas sienten emociones más positivas cuando ante el fracaso perciben que “realmente era muy difícil” que cuando piensan “tuve mala suerte”.

Por su parte, si el deportista atribuye su fracaso a factores internos y estables, como la falta de habilidad o capacidad es probable que se sienta frustrado y enfadado generando falta de confianza en sí mismo. Sin embargo, si atribuye su fracaso a causas internas pero inestables, como la falta de esfuerzo o falta de entrenamiento sus expectativas futuras pueden mejorar, así como su nivel de confianza, siendo quizás esta la situación más deseable a pesar de no reportar emociones tan positivas como la externalidad.

Finalmente, es importante señalar que cuando el deportista no responde de forma adecuada ante los fracasos y atribuye los mismos a su falta de habilidad o a factores externos, las consecuencias de los mismos pueden ser muy graves. En estos casos el deportista genera una respuesta negativa y apática, creándose el modelo de “Indefensión aprendida” (Abranson, Seligman y Teasdale, 1979), en el cual se produce una inhibición prácticamente total de la conducta que puede desembocar en una depresión, cobrando especial relevancia en este tipo de situaciones contar con la ayuda de especialistas.

A MODO DE RESUMEN

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ALGUNOS ESTUDIOS

Dentro del ámbito del deporte, el locus de control y las atribuciones causales han sido variables ampliamente estudiadas (Casais y Dosil, 2006; Fonseca, 1996; 2001; Biddle y Hanrahan, 1998; Dosil, 2004, Morán, 2004). Algunos de los datos más interesantes son:

• Diversas investigaciones han demostrado que las personas con locus de control interno son, por lo general, mejores alumnos, menos dependientes, se manejan mejor frente a situaciones potencialmente estresantes y presentan menos ansiedad y un mejor ajuste social, que los que se caracterizan por su externalidad (Oros, 2005).

• Ntoumahis y Jones (1998) refieren que, los deportistas con un locus de control externo presentan niveles de ansiedad y estrés mayores que los deportistas que poseen un locus de control interno.

• Los deportistas con percepción de control interna están orientados motivacionalmente al aprendizaje y al dominio técnico y no sólo a la competitividad. Por tanto, sus pensamientos implican que el éxito se puede alcanzar, y que un fracaso pude enmendarse (Mojena y Ucha, 2002).

• La percepción de control interno influye positivamente en el rendimiento diario, tanto en el entrenamiento como durante la competición (Mosing et al., 2012).

• Los deportistas que presentan mayor locus de control externo muestran niveles más altos de agresividad, más conductas antideportivas, más ansiedad competitiva, y mayores problemas de atención/concentración (Arnaud, Codou y Palazzolo, 2012; Wallace, Barry, Zeigler-Hill y Green, 2012; Young, 1992).

En cuanto a la capacidad predictiva de este constructo respecto a las lesiones deportivas, es complicado encontrar trabajos con resultados estadísticos significativos que relacionen ambas variables (Andersen y Williams, 1988; Buceta, 1996; Hanson et al, 1992; Kerr y Minden, 1988; Labbe, Weish, Coldmith y Hickman, 1991). Sin embargo, tal y como señala Díaz (2001, pp.54):

“Parece lógico suponer que los deportistas que tienden a percibir sus estado de bienestar y salud como una consecuencia de su conducta tenderán a mostrar unas pautas de adherencia a medidas preventivas más adecuadas, que aquellos que tienden a percibir una falta de control sobre dichas variables”.

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Bibliografía

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Referencias

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